El observatorio

Hola Lazarillo, es interesante lo que comentas de la Era del Cliente. Pero lo del anuncio no hay que tomarselo literalmente, denota sentido del humor sarcástico e incluso autocrítico, que para mí tiene esa belleza y sofisticación que tú echas en falta.
La relación entre la empresa y el cliente es extraña y contradictoria, pero el cliente no es Dios, ni mucho menos. El cliente es a la vez el objeto de deseo y de seducción (la empresa la desea e intenta que él a su vez desee sus productos). La publicidad se convierte así en una suerte de camelos y zalamerías cada vez más sofisticados, a medida que los clientes se van aprendiendo las técnicas de ventas tradicionales (bueno, hay anuncios buenos y malos).
Lo que me da grima es el cambio de terminología. Lo expresaba muy bien el Reverte hace unos años en su página de suplemento semanal, cuando ponía el grito en el cielo porque en Renfe ya no avisaban a los señores pasajeros sino a los clentes.
Enhorabuena por el blog. Me gusta la coherencia y la frescura, y esa sensación que trasnmites de "reportero de la publicidad de los tiempos que corren" siempre con la cámara (del móvil) preparada para retener la realidad y activar una reflexión crítica.
Otro día me explicas lo del capitalismo de ficción.
Un abrazo,
Gitxes